Las Triquiñuelas de Zuleta es el título del nuevo libro del compositor, escritor, coleccionista de música y acordeones e investigador, Julio Cesar Oñate Martínez. Se trata de una obra en la que el autor nos acerca a las salidas, rodeos, evasiones, gambetas y capacidad para sortear las dificultades del cantante Poncho Zuleta. Lo hace contando un número importante de historias de este personaje de la música universal, a las que el maestro Julio denomina triquiñuelas, definiéndolas como trampas consentidas desprovistas de maldad en una forma de lúdica picardía.
El libro nos permite adentrarnos un poco más en el saber de uno de esos personajes al que se le considera una leyenda, y que seguro, tras morir, se convertirán en mito. Cantante que, con sus logros, su estilo, su escuela se ubica entre los principales pilares en la construcción y sostén de la edificación de lo significa el vallenato. Trascendencia que le ha permitido, después de más de medio siglo de bregar en la música, mantenerse vigente, a pesar de su estilo tradicional. Lo hace en un mundo musical gobernado por la comercialización y los estilos impuestos por los productores y los medios de consumo, lejano del parrandero suyo.
Poncho es un juglar por su condición de trovero, de personaje chistoso, de pícaro, que con su astucia ha ido consolidando un sin número de historias en la que es protagonista principal. Cuentos que Julio Oñate se encarga de narrar, sin que al hacerlo se semeje a un contador de chiste. Lo hace con rigor histórico, echando mano de la contextualización. Rigor que también resulta evidente en las fuentes de información que utilizó para conocer de estas y otras triquiñuelas, como familiares del cantante, su círculo de amigos.
Además, echó mano del conocimiento de algunos hechos debido a la amistad que lo une con Zuleta.
La amistad que le permite a Julio sentenciar que no existe en el mundo vallenato un personaje que tenga la habilidad de Zuleta para tratar de conseguir algo a través de un tercero, dado que el supuesto engañado termina celebrando a carcajadas en complicidad con él. Gracia y destreza que llevó al también inmortal, Diomedes Díaz a señalar: ¡Que lo haga Zuleta!
Sin lugar a dudas, escribir sobre historias que están cargadas de un hondo sentido del humor, necesita que quien lo haga también sea poseedor de esta característica personal. Lo digo porque no basta conocer un cuento, sino saberlo contar, especialmente tratándose de picardías, y esa es una de las características del narrador. Porque de saber referir historias, sí conoce el maestro Oñate, como lo demuestra en sus numerosas crónicas, artículos, investigaciones, disertaciones y libros como el que junto a Jacobo Solano escribió sobre Los Hermanos Zuleta.
Capacidad narrativa que lo hace apoyado en su extensa historia como investigador, tanto que de Julio podríamos decir que es una especie de vademécum debido a sus nociones y datos básicos y…