Tijuana, B.C.- Como miles de jóvenes, Andrés salió a trabajar y fue ‘levantado’ por el crimen organizado en Nueva Italia, Michoacán.
Su pecado fue ser un hombre de 22 años, tener buena condición física y ser pobre. Lo reclutaron para vender droga, pero la violencia que ejercieron contra él fue escalando hasta obligarlo a asesinar a otros hombres como él.
Yo jamás me metí con ellos, al contrario, no sé por qué me hicieron eso. Regresar a Nueva Italia no es una opción porque tengo miedo a que me maten como a mi hermano. Yo quiero una buena vida, por ese motivo es por el que ando acá”.
Relató Andrés.
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Al negarse los delincuentes cobraron venganza: asesinaron y desaparecieron a varios de sus seres queridos. La amenaza actual es matar a su hermana y a él también.
Por ello, el joven, junto con su esposa e hija, migró hace dos meses a Tijuana en busca del asilo humanitario de Estados Unidos, pues teme que sus agresores acaben con su vida.
Y el miedo a veces de apodera de él cuando se observa cada cicatriz y hueso quebrado: dos dedos de la mano no los puede mover, un navajazo en el abdomen, otro en la rodilla, otro en los pies y otro en la pantorrilla.