En el municipio de Toro, Valle del Cauca, se disputó este fin de semana pasado un importante evento deportivo: la primera parada (de cuatro) de la Colombia Downhill Series del año. Este evento de talla nacional contó con la participación de atletas de todo el país, especialmente de Antioquia, Bogotá y Valle del Cauca donde apoyan con especial ahínco a este tipo de eventos y atletas y que se denominan “bikers”. Del Cesar, de Valledupar, sólo un atleta participa y asiste a esta serie nacional, que termina en noviembre, como puede: haciendo magia, ya sea vendiendo arroz con leche que prepara su mamá, o trasnochando en un club nocturno donde trabaja (lo que le merma eventualmente el alto rendimiento) para pagarse los viáticos y demás gastos generales para un atleta en este tipo de eventos.
Él es Juan Escorcia, nacido en Agustín Codazzi, pero radicado en Valledupar hace muchos años, quien ha sido campeón municipal, departamental y ahora nacional de downhill, un deporte relativamente nuevo en la ciudad y el departamento y que, gracias a él, tomó auge hace alrededor de 10 años, cuando con otros muchachos subían al Cerro de Las Antenas e incentivaron a cientos de jóvenes a inmiscuirse en este deporte: durante su travesía histórica vieron cómo construían año a año, retraso tras retraso, el monumento al Ecce Homo.
Dicho monumento se erigió tras múltiples retrasos y adiciones. El Ecce Homo del Cerro Las Antenas es un reflejo análogo del deporte en el departamento y la ciudad: una obra abandonada y que pareciera no importara. El deporte en la ciudad y el departamento es una lotería: aquel deportista que, por sus medios logre imponer su talento, tendrá un mínimo de posibilidades de éxito. Desde el sector público no se apuesta por formar deportistas, ni mucho menos fomentar el espíritu competitivo en los jóvenes para que estos representen a nuestros territorios: que haya una representación más allá del folclor, más allá de los pitos del vallenato. La desidia por el deporte es un toro bravo con el que nadie puede en la ciudad.
Juan Escorcia ganó la primera carrera de la serie de downhill en una de las mejores pistas del país, el Toro Bike Park, sin ningún tipo de apoyo local por parte de las instituciones públicas como la alcaldía (a través del INDER) o bien fuera a través de la Gobernación. La bicicleta en la que ganó la consiguió casi que milagrosamente, haciendo de todo: rifas, préstamos, ventas, eventos de recolección, etc.; Juanito, como le dicen en el gremio de bikers, es un guerrero que lucha sólo contra el mundo de este deporte, dejándole siempre reconocimientos y buenas noticias al departamento y a la ciudad: poniendo el nombre de estos territorios en alto, sin ningún tipo de contraprestación económica o simbólica por parte de sus paisanos; al menos, un equipo de Bucaramanga lo patrocina con algunas cuestiones menores, pero que no satisfacen en su totalidad la logística…
