La Rusia de Putin hoy es el único país que sepamos estar dominado por la única persona del mundo que abiertamente y sin el menos escrúpulo está usando el sistema descrito desde hace muchos años, no solamente sacando pingües beneficios de ello sino limpiando las cárceles y trocando un costo de nutrir y cuidar reos por una ganancia arrendándolos.
Rusia es el principal lugar donde se podía comprar carne de cañón para ejecutar cualquier tipo de trabajo sucio en cualquier lugar del mundo. África y el lejano Oriente son los principales clientes que necesitan principalmente la preparación y equipamiento (armas, comunicación, etc.) de las tropas mercenarias arrendadas para mantenerse en o ascender al poder, cueste lo que cueste. Puede ocurrir que finalmente éstas huestes arrendadas se adueñan de la situación o entran a formar parte del movimiento o persona a cuyo servicio están asignadas, en cuyo caso el arriendo se transformó en venta. Para ser más concretos: son cómo contratos de arriendo con opción a compra. Pero esta situación cambió bastante desde el inicio de la guerra contra Ucrania: ahora Rusia necesita esa “carne de cañón” para su propio uso. Y al parecer, o no le alcanza, o el reclutamiento de más efectivos cae muy mal a la población y hace peligrar el sistema en el poder.
Los mercenarios salen de los más bajos fondos de la sociedad; son mayormente delincuentes condenados y recluidos en cárceles (en caso de los rusos) contentos de cambiar su encierro, seguramente nada “cómodo”, por una libertad no sólo física sino de matar, torturar, robar y violar en territorios ajenos de su patria, actividades por las que encima reciben paga, alimento, alcohol, droga, vestimenta e incluso atención sanitaria o médica. Sólo tienen que dedicarse a lo que más saben y les gusta en un territorio donde ni siquiera pueden condenarlos por lo que hacen. Claro: siempre que se sometan sin la menor resistencia física, verbal o intelectual al aparato del gran Zar. Si no, pregunten a Wagner, que ya no puede responder.
La Rusia de Putin hoy es el único país que sepamos estar dominado por la única persona del mundo que abiertamente y sin el menos escrúpulo está usando el sistema descrito desde hace muchos años, no solamente sacando pingües beneficios de ello sino limpiando las cárceles y trocando un costo de nutrir y cuidar reos por una ganancia arrendándolos. Artero pero inteligente negocio nacido de la mente genial del hoy quizás más temible criminal de la tierra.
En su último y reciente “negocio” sin embargo el Zar se transformó en arrendador – y quién sabe, más adelante en comprador en la medida que los objetos del arriendo vayan muriendo – teniendo como el firmante vendedor del contrato a otro dictador tan malo – aunque muy “menor”- que él y aún más necesitado de ingresos, vengan de donde vengan. El…