¿Preocuparte realmente ayuda?
¿Alguna vez has sentido que, si te preocupas lo suficiente, evitarás que algo malo suceda? Como si tu mente tuviera una varita mágica para controlar el futuro. Yo también he estado ahí. Esa sensación de anticipar problemas que ni siquiera han llegado no solo consume tu energía, sino que te deja atrapado en un círculo de ansiedad y nerviosismo.
La verdad es que preocuparse por lo que no podemos ocuparnos no nos lleva a ningún lado. Entonces, ¿por qué lo hacemos? Vamos a desmenuzar este hábito y a aprender una forma práctica para reducirlo.
Casi todas las cosas que nos preocupan no ocurrirán jamás
Cuando te preocupas, tu cerebro entra en modo «alerta máxima». Es como un guardia que espera un peligro inminente, pero sin saber exactamente qué es. Esto activa un estado de hipervigilancia que, con el tiempo, se traduce en ansiedad y hasta problemas físicos: dolores de cabeza, tensión muscular, o incluso insomnio.
Dato curioso: Según un estudio de la Universidad Estatal de Pensilvania, el 91% de las cosas que nos preocupan jamás llegan a suceder. Es decir, tu mente está perdiendo el tiempo el 91% del tiempo.
¿Qué puedo controlar y qué no?
Imagina que tienes dos cajas frente a ti:
- Caja 1: Cosas que puedo controlar.
Ejemplo: Preparar bien una presentación o cuidar tu salud. - Caja 2: Cosas que no puedo controlar.
Ejemplo: Lo que otros piensan de ti o si mañana lloverá.
La clave es enfocarse únicamente en la primera caja. Como decía el filósofo estoico Epicteto: «No te angusties por lo que no puedes cambiar, porque perderás tu tiempo y tu paz.»
La técnica del diario de preocupaciones
Esta herramienta es sencilla, pero poderosa. Así funciona:
- Elige un momento del día.
Puede ser al final de tu jornada, cuando estés tranquilo y con unos minutos para reflexionar. - Escribe todas tus preocupaciones.
No importa si parecen absurdas o insignificantes. La idea es vaciar tu mente. - Clasifícalas.
Divide tus preocupaciones en las dos cajas que mencionamos antes. - Déjalas descansar.
Una vez anotadas, prométete a ti mismo no volver a pensar en ellas hasta tu próxima sesión de «diario». - Revisa al día siguiente.
Pregúntate: ¿Hay algo que pueda hacer al respecto? Si no, suéltalo.
Tip extra: Usa una libreta bonita o una app de notas para que este ejercicio se sienta más personal y motivador.
Dejar de preocuparse no es «ignorar»
Algunas personas piensan que dejar de preocuparse significa ser irresponsable o despreocupado. Nada más lejos de la realidad. Al soltar preocupaciones innecesarias, estás liberando espacio mental para enfocarte en lo que realmente importa.
Tu paz mental es tu prioridad
Preocuparte por aquello de lo que no puedes ocuparte es, como mencioné al principio, tan absurdo como intentar apagar el Sol. Cambia tu enfoque: ocúpate de lo que está en tus manos, anota aquello que no puedes controlar y aprende a vivir plenamente en el presente.
El costo de preocuparte…
