La emoción de viajar comienza mucho antes de poner un pie fuera de casa. Según un estudio realizado por Booking.com, la anticipación de un viaje genera un entusiasmo que se inicia en la planificación. Elegir el destino, pensar en los itinerarios y soñar con las experiencias por venir estimulan la liberación de dopamina, una hormona que regula las emociones, tal como lo explica el Instituto Coleman. Este proceso activa la mente, preparándola para lo que está por venir, lo que hace que la expectativa crezca mientras las ideas se materializan.
En el contexto de los viajes, este aumento en la dopamina no solo está asociado a la planificación, sino también a la experiencia misma del viaje. El cambio de entorno, según la psicóloga Amy Hale, genera una transformación emocional y cognitiva. La doctora señala que los lugares en la naturaleza, por ejemplo, tienen un impacto relajante y nos ayudan a mejorar nuestra concentración, lo que activa diferentes áreas del cerebro.
El efecto de viajar en el cerebro es mucho más profundo de lo que parece. Viajar no solo ofrece nuevas experiencias, sino que también juega un papel fundamental en la creatividad. El concepto de neuroplasticidad, la capacidad del cerebro de adaptarse y formar nuevas conexiones neuronales, es esencial en este proceso. De acuerdo con José Manuel Moltó, neurocientífico de la Sociedad Española de Neurociencia, viajar involucra tres aspectos claves para estimular el cerebro: la novedad, la variedad y el desafío. Estas nuevas experiencias enriquecen nuestra reserva cognitiva y potencian la flexibilidad cognitiva, lo que nos permite conectar ideas aparentemente no relacionadas, clave para la creatividad.
Estudios también han demostrado que viajar al extranjero tiene un impacto notable en la creatividad. En un estudio de 2015, se evidenció que los directores creativos que trabajaron en diferentes países produjeron colecciones más innovadoras. Sin embargo, la clave radica en interactuar profundamente con los lugares visitados para aprovechar realmente su potencial creativo, como concluyó una investigación de 2012 sobre la relación entre la comprensión cultural y el rendimiento creativo.
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Aunque viajar presenta múltiples beneficios, también hay aspectos negativos, como el jet lag, que altera nuestro reloj biológico y puede generar trastornos cognitivos si los viajes son demasiado frecuentes o largos. Sin embargo, los efectos negativos son más bien la excepción, y los beneficios de la neuroplasticidad y el enriquecimiento cognitivo superan a estos inconvenientes.