A 22 minutos del final, el Barça eraun ruina. Un equipo castigado por sus errores. Con Szczesny señalado en una noche de perros. En pleno diluvio, sin embargo, el grupo azulgrana apretó los dientes, se sacudió todos los complejos y derrotó a un Benfica que despotricaba contra el arbitraje del holandés Danny Makkelie.
La receta de Flick
Flick ha vivido intensamente sus primeros seis meses como entrenador del Barça. En plena crisis deportiva, económica y social, el presidente, Joan Laporta, se encomendó al técnico alemán para construir un nuevo proyecto, sin grandes alardes ni fichajes. Desilusionado con Xavi Hernández, el máximo dirigente quería un técnico que apretara las tuercas a los futbolistas.
Flick es un técnico inconformista y exigente. No tolera las excusas, ni las faltas de puntualidad, pero es un jefe dialogante y cercano. Siempre busca la complicidad del futbolista, al que habla en tono sosegado, pero claro, y su receta tuvo un efecto euforizante en agosto, septiembre y octubre.
Semana grande
En una semana de máxima exigencia, el Barça destrozó al Bayern (4-1) en Montjuïc y al Real Madrid (0-4) en el Bernabéu. Laporta se hinchaba de felicidad y la afición soñaba con una temporada mágica. Flick, para muchos, era el nuevo Guardiola, pero todo, o casi todo parecía desmoronarse en noviembre y diciembre, con derrotas en casa ante Las Palmas, Alavés y Atlético de Madrid.
El Barça pasó de tener una renta de nueve puntos respecto al Real Madrid a vivir, hoy, siete puntos por detrás del gran rival. La Liga está complicada, pero el equipo ya ha celebrado su primer título: la Supercopa. Los torneos cortos, a cara o cruz, parece que le sientan bien al equipo de Flick, clasificado ya para los cuartos de final de la Copa del Rey y en octavos de la Champions.