EL CONSTITUCIONALISMO EN SU HORA 25
Tanto la apertura como el cierre del reciente conversatorio de la Jurisdicción Constitucional, llevado a cabo entre el pasado 26 y 27 de septiembre en Manizales, han puesto de presente mensajes de alarma respecto del futuro de la humanidad, así como la urgencia de que todos los poderes públicos de los Estados asuman roles que identifiquen y unifiquen propósitos, vigorizando los esfuerzos que garanticen la permanencia de la especie humana en el planeta tierra.
La participación de uno de los actuales protagonistas mundiales del pensamiento jurídico, el profesor Luigi Ferrajoli, dejó constancia de la necesidad de erigir en el derecho internacional instrumentos eficaces que abonen su naturaleza coercitiva, centrando su propuesta en el requerimiento de un organismo que supere el nivel meramente discursivo y exhortativo de la Organización de las Naciones Unidas-ONU, para pasar a la “Federación de la Tierra”.
Tal como lo confirmaron y ahondaron otros panelistas nacionales e internacionales, es este un requerimiento del orden jurídico internacional cuya relevancia es destacada ante el advenimiento próximo de la hora 25 de la historia; la aterradora amenaza de la crisis climática (ya no es solo el calentamiento global), los fenómenos de la migración en el mundo (no es solo la venezolana), aunada a los efectos laborales y de salud colectiva que sienta el tenebroso avance de la inteligencia artificial, la creciente armamentista y la expansión de las confrontaciones bélicas.
Ya desde mediados del siglo XX, el pronóstico de una literatura aparentemente de ficción, se adelantó a los fenómenos de la realidad presente; el escritor y diplomático rumano C. Virgil Gheorghiu, a través de su obra “La hora veinticinco”, vio venir al lado de las promesas políticas de felicidad destinadas a las generaciones futuras, la sumisión a condiciones infrahumanas para las presentes.
Las promesas que vislumbró alborozadamente nuestra generación, al promover el proceso constituyente de 1991, no han sido materializadas mediante la provisión de garantías vivas; rotulado el conversatorio como “Promesas y Garantías – Un constitucionalismo vivo”, precisamente el abismo entre las promulgaciones del lenguaje y la verificación de las garantías, puso de presente el peligro que se vierte sobre las generaciones futuras, para cuando el ahogamiento de las libertades reales rompa definitivamente con la promesa liberal de la concurrencia al mercado en condiciones de igualdad.
El sofisma de la autonomía contractual y el pie de igualdad de los extremos contractuales, ha recrudecido la imposibilidad de anteponer el garantismo respecto de la parte débil, tanto en el ámbito del derecho laboral como en el mercantil, de suerte que brillan como ejemplo a la mano de la crisis del capital frente al empleo, los crecientes fenómenos de tercerización laboral, desmonte de las…