El Real Madrid pone en duda la honestidad de los árbitros, hablando de “un sistema arbitral desacreditado” y de “falta de credibilidad del arbitraje español a nivel mundial”, perjudicando, además, la imagen internacional de la Liga, asegurando que ha alcanzado un gran nivel de “manipulación y adulteración”. Sigue utilizando el “negreirato” cuando Villar, Sánchez Arminio y Negreira hace casi 7 años que ya no están.
Resulta curioso que el club que, históricamente, ha ejercido más influencia en el colectivo arbitral, en la Federación, en los Comités y en los Ministerios, colocando a sus exjugadores o exdirigentes presidiendo estas instituciones, exija ahora una profunda reforma para conseguir una mayor independencia del colectivo arbitral. Lo que en realidad subyace es una campaña madridista para recuperar el control que siempre ha tenido. Es un contrasentido reclamar una reforma radical de la actual organización arbitral y federativa y no acudir a la reunión del ente federativo con el resto de clubs en el que precisamente se pretende abordar ese tema.
Hasta hace un año y medio, Florentino Pérez era vicepresidente de la Federación Española, presidida por Rubiales, pero en cambio no hizo ninguna propuesta para cambiar las estructuras porque entonces ya estaba conforme con ejercer esa influencia que siempre ha tenido.
No es ninguna casualidad que el Real Madrid actual esté enfrentado a los árbitros, a la Federación, al Var, a la Liga, a la UEFA, a la FIFA, a los organizadores del Balón de oro o a la Comunidad de Madrid o al Ayuntamiento, que no le dejan celebrar sus conciertos tranquilo. Quiere tener el mundo bajo su control, a su sometimiento, para poder hacer y deshacer como siempre ha hecho. Pero ahora la gente ya no es tan tonta y hay mucho más control en las instituciones.
Su falsa cruzada le está comportando una gran erosión institucional. Hoy, el Real Madrid, que en otros tiempos fue una entidad respetada y de categoría, se está convirtiendo un club antipático, cuyo principal embajador es Vinicius, el futbolista que insulta a los árbitros, agrede a los rivales y provoca a las aficiones contrarias. No puede ser que el club más influyente, que ha dominado todas las estructuras para cometer las
mayores fechorías, se presente ahora como la gran víctima.
El primero que debería denunciar esta manipulación y retorcimiento del relato es el presidente del FC Barcelona. Siendo tan beligerante y vehemente como es, llama mucho la atención su silencio. Más que…