Barritas, yogures, carne vegana, pan… Los productos con proteínas no dejan de ganar espacio en los supermercados. Pero ¿se atienen a la realidad esos reclamos? ¿Supone que son productos más saludables, como muchos consumidores creen?
Aunque ya hay alimentos naturales con proteínas (carne, pescado, huevos, legumbres…), esta nueva tendencia se centra en productos enriquecidos.
Sin embargo, una vez en el supermercado, lo que guía nuestra elección es la presencia de la palabra “PROTEÍNA” en grandes letras en el paquete, un anuncio que no garantiza que ese producto tenga más que la versión “normal”. ¿Qué dicen los datos?
La verdad de los reclamos
En el grupo BADALI de la Universidad Miguel Hernández hemos estudiado 4 325 productos de 12 tipos diferentes. Lo primero que hemos encontrado es que dos de cada tres alternativas veganas a la carne (“carne vegana”) llevan algún reclamo sobre las proteínas. Esto es lógico porque para sustituir a la carne deben incorporar su nutriente estrella. Por eso, casi todas están enriquecidas.
El siguiente tipo de alimento que más reclamos hace sobre las proteínas en sus envases son las barritas: una de cada tres. La realidad es que casi todas ellas están enriquecidas y con cantidades muy altas: una sola barrita puede llegar a aportar más de 20 gramos de proteínas.
Por el contrario, apenas una de cada diez bebidas vegetales y uno de cada cinco fermentados vegetales (“yogures vegetales”) destacan la presencia de ese componente. Y además, muy pocos están realmente enriquecidos.
¿Son más saludables?
La mayoría de estos reclamos sobre las proteínas se denominan declaraciones nutricionales. También lo son afirmaciones del tipo: “sin azúcar”, “rico en fibra” o “bajo en grasa”, recogidos todos en la normativa europea.
Si se hacen siguiendo dicha normativa, constituyen una herramienta perfectamente legal que utilizan los fabricantes para llamar la atención sobre sus productos. Su efecto sobre los consumidores está muy estudiado, y uno de ellos es que aumentan las posibilidades de que el producto acabe pasando por caja. Además, los compradores creen que los alimentos con estos reclamos son saludables.
Pero aún hay más. En un estudio con cereales de desayuno se comprobó que los consumidores no se dieron cuenta de que aquellos con declaraciones sobre las proteínas tenían más azúcar y sal y aportaban más calorías. Adicionalmente, esos etiquetados pueden eclipsar la presencia de símbolos de advertencia respecto del contenido de azúcar y energía del producto.
Entonces, ¿son realmente saludables los productos que hacen declaraciones sobre las proteínas? ¿Son mejores que los normales? Las respuestas cortas son: no y no, pero veamos cómo llegamos a estas conclusiones.
Para determinar si un alimento es saludable o no, aplicamos un criterio internacional que tiene en cuenta varios nutrientes críticos para nuestra salud. El…