- Modificar la Ley de Extranjería para que Canarias no tenga que hacer frente en solitario a un problema que desborda sus capacidades parece razonable.
- Santiago López Legarda es un periodista alcalaíno que ha ejercido en diferentes medios nacionales.
Pero, claro, el coste económico de una determinada política social, en este caso la acogida de los menores no acompañados, es lo de menos, porque lo que de verdad importa son los prejuicios racistas que animan a una parte de nuestras fuerzas políticas y de nuestra sociedad. Racismo puro y duro, por mucho que se quiera adornar o disimular con palabras grandilocuentes. A Junts, que recoge el voto mayoritario de la derecha catalana, le faltó tiempo para decir que Cataluña debía negarse a un reparto equitativo de los menores por todo el territorio nacional. Y a VOX le faltó tiempo para romper sus gobiernos regionales con el PP después de que el partido de Feijóo aceptase acoger en otras comunidades a una mínima parte de los menores que Canarias está atendiendo ahora mismo en unas condiciones peor que precarias. Parece mentira que, siendo tan patriotas, estén dispuestos a dejar abandonada a su suerte a una parte de nuestro territorio nacional.
Libertad. He aquí la palabra que usan como un comodín para todo los ultraliberales de nuestro mundo. Muchos lectores de ALCALÁ HOY recordarán que nuestra Presidenta Regional la usó como lema principal en su exitosa campaña de las últimas elecciones. Pero puede que sean menos los lectores que recuerden qué pasaba con un muro contra la libertad que fue erigido en 1961 y derribado en 1989. El Muro de Berlín. Los que tengan memoria recordarán que en las torretas de vigilancia de aquel muro había ametralladoras que podían disparar automáticamente y sin previo aviso a quien intentara saltarlo. Muchos murieron en el intento y unos pocos lograron saltarlo y fueron recibidos como héroes por las autoridades y los medios de comunicación de Occidente. Habían elegido la libertad – solía decirse – frente a la opresión del régimen totalitario.
¿Y cómo es que aquellas sociedades que acogían con los brazos abiertos a quienes saltaban el Muro de Berlín ahora erigen por todas partes muros rematados con decorativas concertinas capaces de mutilar a una persona? Quizá deberíamos reflexionar un poco, hacer examen de conciencia, sobre una contradicción tan palmaria, o tan espantosa, si prefieren. Racismo puro y duro, decíamos. Racismo contra los pobres, contra los desheredados, contra los que desearían disfrutar de esas oportunidades y esa libertad de las que tanto presumimos. Cuando uno de Junts nos dice los catalanes primero, o uno de VOX nos dice los españoles primero, lo que nos están diciendo es que les parece muy bien lo que se decía en el Sur profundo de los Estados Unidos de América en los tiempos de una…