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“El Mundo”, de Juan José Millas

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Por: Felipe Solarte Nates.

No había leído una visión tan visceral, franca y amena de la infancia como la narrada por el español Juan José Millas (nacido en Valencia,1946) en la novela “El Mundo”, Premio Planeta 2007.

Fluye como un río, el intrincado universo infantil plagado de ensoñaciones, fantasmas, juegos, temores al futuro incierto, penurias, risas, amores imaginados y frustrados salidos de la memoria y pluma del autor, para quien, en esos primeros años de vida, el mundo se reducía a los tardíos experimentos de su padre con trozos de carne para “inventar” un bisturí que abriera y a la vez cauterizara las heridas; y el ajetreo del vecindario entre residencial y comercial de su cuadra de barrio pobre, visto a través de la rejilla del sótano del almacén del padre de su íntimo amigo, el enfermizo “Vitaminas”, quien en una mañana antes de morir, lo llevó a mirar el mundo cotidiano filtrado por los pies y tobillos de los transeúntes que caminaban por la acera.

El ser de los últimos de una familia de nueve hijos -levantados en medio de las penurias, represiones y letanías de la católica España franquista posterior a la guerra civil- que nunca estrenaba una prenda porque todas las heredaba de sus hermanos mayores, lo lleva a forjarse un rico universo lleno de historias que en todo momento se urdían en su mente alimentadas por lecturas de revistas de aventuras, películas que de vez en cuando podía ver en el cine López Hoyos y por las fábulas del ciclista frustrado por enfermedad, el Vitaminas, tejiéndolas alrededor de la vida de comerciante de su padre, quien según él, era un agente secreto de la INTERPOL, para quien a diario supuestamente  escribía con precisión reporteril y sin comentarios, escuetos informes sobre los movimientos de sus vecinos, tarea a la que sumará a Millas, sembrando la semilla del escritor que sería años después.

A la manera de las sesiones de psicoanálisis a las que en la vida real acude el autor, en la evocación de esos recuerdos archivados entre las complejas redes de las neuronas salpicados de momentos de su vida adulta, visualizamos las complejas urdimbres que conforman nuestras historias y pensamientos cimentados en la arena movediza de la niñez y adolescencia, cuando nos movemos entre escenarios idealizados y la dura realidad de nuestros hogares y el mundo cotidiano de los colegios, oficinas y fabricas que configuran la compleja y frágil armazón de lo que seremos cuando adultos.

Esta obra es una dolorosa y risueña forma, sin remilgos y pudores, de saldar cuentas con el pasado y dejar en paz sus rencores, envidias y temores: con los vecinos, con su primer amor platónico que lo despreció al declarársele, con los castigadores maestros del colegio para repitentes al que lo llevaron para que obligado estudiara y ganara los exámenes, con sus compañeros que lo humillaban, con sus jefes y autoritarios compañeros de trabajo.

El ciclo estará cerrado…

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