La situación de seguridad en Norte de Santander, y en particular en el Catatumbo, se ha convertido en una preocupación de proporciones alarmantes. Las cifras del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y las autoridades locales son un reflejo de la crisis humanitaria que atraviesa esta región fronteriza, que durante décadas ha sido azotada por la violencia, el narcotráfico y la presencia de grupos armados ilegales.
Según el CICR, en su más reciente balance, más de 1.250 personas fueron desplazadas de forma masiva, mientras que los desplazamientos individuales alcanzaron los 10.220 casos en el departamento durante el 2023. Además, Norte de Santander ocupa la cuarta posición en casos de desaparición, con 16 confirmados. Estas cifras son un testimonio del impacto devastador que tiene el conflicto armado.
La situación se agrava más con el alza de homicidios. El Observatorio de Orden Público, Social y Político de la Gobernación de Norte de Santander reportó 516 homicidios en 2024, una tendencia que, con excepción de 2014, 2015 y 2022, ha superado los 500 homicidios anuales en la última década.
En Tibú, epicentro de la violencia en el Catatumbo, la presencia del Estado es limitada. La Policía permanece resguardada en las estaciones por temor a ser atacada, y desde el asesinato de la fiscal especializada Esperanza Navas en 2021, no hay oficina de la Fiscalía en el municipio. Los fiscales encargados de los casos deben trabajar desde el búnker en Cúcuta.
La masacre de ua familia en Tibú
Precisamente en la vía Tibú-Cúcuta se presentó el crimen del tanatólogo Miguel Ángel López y parte de su familia, baleados en el carro fúnebre en el que se movilizaban la noche del miércoles. Las víctimas fatales fueron él, su esposa Zulay Durán Pacheco y su bebé de ocho meses. La Alcaldía confirmó que en el carro viajaba también su hijo de 10 años, quien sobrevivió.
A pesar de que el Eln aseguró no tener “ninguna responsabilidad en los hechos” por medio de un comunicado y culpa al Frente 33 de las disidencias, EL TIEMPO tuvo acceso a documentos de agencias de inteligencia que aducen lo contrario. “López habría realizado en las últimas semanas el levantamiento de personas que habían sido asesinadas por estructuras del Frente de Guerra Oriental del Eln señaladas de pertenecer al Frente 33 de las disidencias de las Farc, y ser colaboradores cercanos de alias Andrey (sic)”, se puede leer en los archivos. Añaden que la guerrilla había ordenado no recoger los cadáveres y López, sin tener idea de que preparar y sepultar los cuerpos lo pondría en la mira del grupo armado, llevó a cabo su labor y por eso habría sido asesinado junto a sus familiares.
Combates entre el Eln y las disidencias de las Farc
Como si se tratara de hechos consecuentes, el jueves…