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Inteligencia artificial, genética avanzada y nuevas tecnologías, claves para el futuro de la medicina reproductiva

En 1978, el nacimiento de Louise Brown, la primera bebé concebida mediante fecundación in vitro (FIV), supuso un logro. Encabezado por Robert Edwards, ofreció esperanza a miles de parejas que afrontaban la infertilidad.

Desde entonces, los avances científicos han permitido el desarrollo de numerosas técnicas como la Microinyección Intracitoplasmática de Espermatozoides (ICSI), la vitrificación de óvulos, el diagnóstico genético preimplantacional o, más recientemente, la incorporación de la inteligencia artificial en la

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Historia de un premio Nobel

Aquella FIV comenzó como una técnica experimental que requería superar importantes retos biológicos y sociales. Edwards, junto con el ginecólogo Patrick Steptoe, enfrentaron críticas y escepticismo durante sus investigaciones. Pero su persistencia fue reconocida en 2010, cuando Edwards recibió el Premio Nobel de Medicina. Un galardón de prestigio internacional que, según el doctor Antonio Pellicer, experto en medicina reproductiva y presidente ejecutivo del Consejo de Administración de IVI RMA Global, “reflejó la importancia de su hallazgo y de sus estudios”.

“Recuerdo la figura del profesor Bob Edwards, ya que participó en diversos eventos que organizamos. Era un hombre brillante que nos llenaba de ideas. Fue determinante porque de alguna manera marcaba las líneas de investigación. Lo suyo trascendió y pasó de ser una investigación básica a una aplicación médica de primera magnitud”, comentó.

En la actualidad, la FIV se ha convertido en una técnica estándar en fertilidad, especialmente en países como España, donde aproximadamente el 10% de los niños nacen hoy gracias a esta metodología. “Este es el mérito de una persona inteligente que hizo una contribución brutal a la humanidad”, indicó Pellicer. Gracias a Edwards se sentaron las bases para seguir creciendo y revolucionando la medicina reproductiva.

Innovaciones

Con el paso de los años, la FIV ha ido evolucionando para ofrecer soluciones adaptadas a las necesidades individuales de cada pareja. En los años 90, la introducción de la ICSI permitió superar casos de infertilidad masculina, ampliando el alcance de los tratamientos.

O en los años 2000, la vitrificación de óvulos, que proporcionó a las mujeres la posibilidad de preservar su fertilidad y elegir cuándo ser madres con una técnica rápida y eficiente y que se puede usar también para preservar esa maternidad en casos oncológicos.

Posteriormente, el diagnóstico genético preimplantacional permitió detectar enfermedades hereditarias en los embriones antes de su transferencia, mejorando significativamente los resultados.

También hay que destacar el primer trasplante uterino en 2014, una opción innovadora para mujeres sin útero, permitiéndoles llevar un embarazo a término tras un trasplante.

Inteligencia artificial

Unos resultados con los que el…

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