Para los demócratas en general, y para los demócratas cristianos en particular, el voto es el instrumento de paz, gobernanza y convivencia civilizada más importante que existe. Somos por naturaleza personas y organizaciones apegadas a la democracia como forma de vida y de gobierno. Apelamos a la participación ciudadana como el mecanismo para dirimir los conflictos propios de la vida social. De modo que defendemos el voto como el mecanismo fundamental para resolver las diferencias y asumir las decisiones vinculadas con la vida política.
Me refiero al voto efectivo, al que decide, al que en efecto elige. En Venezuela perdimos el voto como instrumento de decisión y de resolución de conflictos. El Socialismo del Siglo XXI convirtió al voto en un acto simulado. En este régimen político las elecciones no resuelven diferencias, las profundiza. No elige, porque no es adulterado. No trae paz, porque el proceso es parte del protocolo de violencia que caracteriza a la dictadura.
He sido alumno de una escuela que a lo largo de su historia ha propiciado el voto y las elecciones para instaurar la democracia como forma de vida y de gobierno. Aún en dictadura, nuestros maestros aprovechaban las ventanas que se abrían en medio de un proceso electoral, para interactuar con los ciudadanos, para llegar a las bases populares y fortalecer las organizaciones políticas con el objetivo de restablecer la democracia.
La participación o la abstención, en una dictadura, en ciertas etapas históricas, pueden ser útiles o no en la lucha para hacer efectiva una propuesta política, es cuestión de examinar cada momento y cada situación. Participar o no, no es un dogma de fe. La situación de un momento determinado en un país puede recomendar participar o abstenerse. Es distinto en democracia donde el voto es siempre el instrumento para resolver la conducción de la vida pública.
Conscientes de la determinación del chavismo-castrismo de imponer una dictadura en nuestro país, hemos luchado en el campo político para impedir su consolidación. A diferencia de la izquierda radical del siglo pasado, que organizó una guerrilla, dirigida y financiada desde La Habana, nosotros siempre hemosapelado a la lucha política. Por ello hemos asistido a elecciones locales, regionales y nacionales para cargos ejecutivos y parlamentarios, pero también hemos, como sociedad democrática, optado por la abstención para expresar rechazo al comportamiento ilegal de la camarilla roja.Decisiones en las que ha habido aciertos y errores taciticos.
El sistema nos ha demostrado que, cuando se trató de acceder a los dos grandes poderes nacionales, la cúpula roja desconoció la voluntad ciudadana. Me refiero a la elección de Asamblea Nacional del 2015, la cual fue clausurada mediante diversas artimañas de apariencia judicial, llegando incluso a instaurar una ilegítima e inconstitucional Asamblea Constituyente. Más recientemente, en la elección…