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“La historia la escriben los vencedores”

“La historia la escriben los vencedores”.

La frase que titula esta columna se le atribuye a Winston Churchill y podría tener una extensión alrededor del ejercicio del poder, como por ejemplo “el que cuenta es el que gana”. Bien aplicable a la contabilidad de la Registraduría de Nicolás Maduro en esta coyuntura vergonzosa del país hermano, o en otra variable del verbo “contar” si se interpreta que quien más habla y quien más dice cosas termina imponiendo su verdad (léase también quien más puede pagar para que le publiquen una noticia o una columna. Otros cobran a la inversa, para no decir ‘mentiras o verdades’).

En fin, es cierto que el que más pueda contar puede terminar ganando; por eso para equilibrar es tan importante hablar, escribir, dejar testimonio. Y en ese sentido recuerdo siempre las palabras de un expresidente, en el lanzamiento de un libro de un ministro que dejaba su cargo y hacía la presentación de sus Memorias de Gobierno, cuando le decía al auditorio: “escriban señores, cuenten todo lo que hacen, dejen constancia para la historia de lo que han hecho y de lo que han vivido”. Esas frases se me quedaron grabadas “con tinta indeleble” como decía mi profesor de Derecho Lalo Simmonds y he tratado de aplicarlas en la medida de lo posible. Por eso será que mi inconsciente me impulsa a escribir estas columnas y a defender con pasión distintas causas en los distintos espacios del debate.

Ese expresidente tenía y tiene toda la razón: hay que hablar, hay que contar, hay que escribir, y ahora en la era digital dirían también hay que trinar, hay que publicar; es la única manera de balancear las verdades. Por eso siempre habrá que reivindicar el poder enorme que tiene la palabra, citada con inagotable permanencia en la Biblia cuando la asimila con una espada.

¿A qué va todo esto? A que en los tiempos que vivimos hay una enorme cantidad de información que circula en las redes sociales y en los medios de comunicación, de la cual la mayoría de la gente solo se queda con los titulares o los primeros segundos del video o la noticia. Nuestra capacidad de concentración es de segundos; el escrito o video que no te engancha al principio se pierde, como puede estar pasando con quienes al leerme no hayan llegado hasta este renglón.

Y esa enorme cantidad de información (para repetir) es la que termina construyendo la opinión sobre un hecho o una persona, eso se llama poder. Pero para mal, ahí nace una nueva “herramienta” hasta hace poco inexistente: las bodegas virtuales. Estas no son un sitio con una logística física, inclusive una sola persona puede llegar a ser el bodeguero mayor.

Pero si se quiere de verdad tener capacidad de incidencia, de “contar” una historia o una verdad, se tiene que tener un sustento poderoso, porque de lo contrario -así se pague por la difusión- terminará siendo solo publicidad y en pocos minutos o máximo unos pocos días…

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