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¿Qué es un infarto?
Un infarto consiste en la muerte de células por el cese de riego sanguíneo. Puede ocurrir en cualquier parte del cuerpo, pero sin duda uno de los más conocidos es en el corazón (miocardio).
El corazón tiene varias arterias principales, que transportan sangre y oxígeno a todas sus células. Son las arterias coronarias, derecha e izquierda. La arteria coronaria izquierda se divide, a su vez, en arteria coronaria descendente anterior (o interventricular anterior) y arteria coronaria circunfleja.
Pues bien, cuando una de esas arterias se obstruye –por ejemplo, por un trombo–, deja de llegar la sangre a las células localizadas tras la obstrucción, lo que se conoce como isquemia. Al no recibir oxígeno, comienzan a sufrir y aparece el primer síntoma característico: el dolor. Si la isquemia no cede, el corazón se lesiona y, más tarde, las células se mueren (necrosis).
Cuanto más tiempo pasa sin recibir ayuda, peores son las secuelas, hasta el punto de que puede producirse una parada cardiaca y la muerte del paciente. Por eso, cuando se sospecha un infarto hay que actuar rápidamente. Para ello, conviene llamar a los servicios de emergencia y esperar a la ambulancia (si procede). También se puede acudir directamente al hospital, aunque quizá no sea lo más recomendable en este caso, debido al dolor y malestar.
¿Cómo sé si tengo un infarto?
El dolor que produce el infarto también se conoce como angina de pecho o dolor coronario. La angina y el infarto son dos situaciones diferentes: la angina es el dolor producido por la isquemia, mientras que el infarto ocurre con la necrosis de las células.
El dolor coronario típico suele ser intenso y quien lo padece tiene sensación de gravedad. Aparece en el centro del pecho, detrás del esternón y es de tipo opresivo. Puede describirse como un peso o una losa que aprieta el pecho.
Debido a que los nervios comparten la misma ruta desde los órganos al cerebro (convergencia nerviosa), el dolor coronario se puede percibir en otros lugares. Esto se conoce como irradiación. Son lugares de irradiación habitual el brazo izquierdo, el cuello, la mandíbula, la espalda o la “boca del estómago”.
También, por estimulación del nervio vago, pueden aparecer otros síntomas como náuseas, vómitos, sudoración, palidez, etc.
En ocasiones, el dolor no se presenta con estas características y se denomina atípico. En este caso, puede aparecer dificultad para respirar, cansancio o náuseas y vómitos.
Los pacientes diabéticos, debido a la neuropatía (afectación de los nervios), pueden percibir los síntomas como más leves. En ocasiones, en mujeres los síntomas del infarto…