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El escondido convento medieval de Barcelona reconvertido en museo: un antiguo hospital para curas con mucho arte

Las calles del barrio Gótico de

están llenas de misterios. Caras en edificios, iglesias populares e incluso otras que fueron hospitales y que, en pleno siglo XXI se han convertido en museos.

No es de extrañar. Es bien sabido que en la Edad Media los conventos, ermitas y la Iglesia en general tenía el monopolio del conocimiento. Por suerte, eso acabó, pero algo de esa cultura ancestral y documentos históricos todavía conservan. Claro que pocas pueden decir que se han convertido en espacios de exhibición.

Del Raval al Gótico

Si en el El Raval está el Convent dels Àngels, que ya forma parte del Museu d’Art Contemporani de Barcelona (MACBA), al otro lado de Las Ramblas la iglesia de Sant Sever ha tomado un camino similar. Ubicada en la calle de la Palla, este 2024 ha vuelto a abrir sus puertas, esta vez transformada en un museo que preserva y exhibe una valiosa colección de arte. 

Lo mejor de todo es que su historia está llena de anécdotas. Todo se remonta a 1412, cuando el convento fue fundado como el Hospital de Sant Sever por el sacerdote Jaume Aldomar. Su objetivo era brindar asistencia a clérigos pobres y enfermos en un lugar recogido y diseñado para la paz. 

Origen hospitalario

La institución fue gestionada de forma privada durante cinco siglos hasta que, en 1913, pasó a estar bajo el control del obispado. En 1925, debido al deterioro del edificio, sus servicios fueron trasladados a la Residència Sacerdotal Sant Josep Oriol, en Les Corts, lo que marcó el final de su actividad asistencial.

De la época que fue iglesia y sanatorio, el edificio conserva en su fachada la inscripción renacentista Hospitale Sacerdotum Sancta Severi y la fecha 1462, un texto sostenido por ángeles. Asimismo, se encuentran tres escudos antiguos y una hornacina que albergó una figura de Sant Oleguer hasta 1937. Pero poco más. De su estructura original, construida en planta baja y un primer piso, son pocos los vestigios que quedan, por eso.

Primera restauración

El edificio sufrió varias ampliaciones, incluida una significativa en 1748 después de un incendio. Con el tiempo, su interior acogió viviendas y comercios, como una librería y una bodega de vinos. Tras ser adquirido en 1958 por la familia Sesplugues, se intentó convertirlo en hotel en 2006, pero el proyecto fue paralizado. Finalmente, el edificio pasó a manos de la familia Casacuberta-Marsans. Ellos han sido los responsables de la, hasta ahora, última restauración completa para convertirlo en un museo.

La restauración fue realizada de tal manera que han respetado los elementos históricos, integrando una moderna escalera metálica que conecta los tres niveles del edificio. Esta intervención facilita el recorrido…

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