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NO ME GUSTÓ CARNE CRUDA

NO ME GUSTÓ CARNE CRUDA

León Gil

«Ella era alemana, se llamaba María, Es el nombre de mujer más común del mundo. María se escribe así en portugués, latín, español, gallego, italiano, catalán, alemán, sueco, noruego, occitano, islandés, sardo y rumano; a veces cambian algunas de las letras finales, como en Mary, en inglés; Marie, en holandés; Maren, en danés; Mari, en galés; Marija, en serbocroata; Mari, en esloveno y albanés; Marika, en húngaro; Maryen, en turco; Malia, en hawaiano…

    » Basta, me estoy exhibiendo, tengo ese defecto, o característica: pero no como esos que padecen un tipo de perversión sexual que consiste en exhibir sus partes íntimas, no, no; mi exhibicionismo es pura ostentación.»

    Así empieza el cuento Hechizo brasileño, perteneciente a Carne cruda, el último libro de Rubem Fonseca, editado en Brasil en 2018; es decir, cuando el autor tenía 92 años. Dos años antes de su muerte (Juiz de Fora, Minas Gerais, 11 de mayo de 1925 – Río de Janeiro, 15 de abril de 1920).

     Más adelante aclaro porqué comienzo con este íncipit (perdón por la redundancia, la erudición; se me pegó algo del defecto, o característica del brasileño).

    Hace algunos días, mi hija Ana Luna, llegó de visita y; casi que sin sentarse siquiera, me dijo: “papá, le traje un regalo”. Abrió su morral y sacó lo que evidentemente (resalto esta palabra porque es un esencial leit motiv en Noel, un deslumbrante cuento de Carne cruda) era un libro. Sí, sellado en papel celofán: me entregaba Carne cruda, del cual le había dado noticia y; obviamente, de mis ansias de leerlo. Lo tomé emocionado, pero a la vez con un mal disimulado desencanto que ella; integrante también de la Internacional Torcida del crack brasileño, captó de inmediato: –sí, papá, muy pequeño–. Dijo, evidentemente con tristeza –Ojalá no sea letra muy grande, pero por lo regular las de Tusquets lo son–. Le dije. Y; en efecto, eran gigantescas, como las que ponen los optómetras para leer a dos metros: unos 9 puntos. Es decir, 9/72 de pulgada = 3 mm, y sólo 141 páginas.

    Antes de continuar, debo advertir que voy a hablar de Carne cruda desde mi experiencia personal; muy subjetiva (perdonen la redundancia), con la lectura del libro. Es decir, será más una crónica que una reseña o recensión. Y mucho; pero mucho menos, una crítica.

    No será una reseña porque esta es un cuasi género literario; de hecho, se dice que hace parte del ensayo o de la crítica. Tiene su preceptiva; es decir, sus normas y preceptos “obligatorios” para su correcta elaboración, para su escritura. Cosas imposibles de cumplir con la emoción, la pasión o fascinación que experimentamos cuando estamos frente al esplendor o la belleza. Pero; principalmente, porque es un oficio (se calcula que Hermann Hesse escribió casi 3000 recensiones. Todo un profesional de las reseñas, un experto), que como casi todos y…

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